Madrid se enfrenta a la tormenta filomena

Imagen Sentinel de Madrid del 06-01-2021 en colores reales

Imagen Sentinel de Madrid del 11-01-2021 en colores reales
El 5 de enero de 2021, la Agencia Española de Meteorología (AEMET) emitió un aviso especial por nevadas copiosas en el centro de la Península Ibérica: se estaba excavando en el centro del Atlántico Norte una depresión con un flujo de aire muy húmedo y relativamente cálido que tenia que encontrar una masa de aire particularmente fría por encima de España. La alerta insistía de una fuerte probabilidad de nevadas importantes a partir de 500 metros el miércoles 6 de enero, y que el límite de nieve descenderá gradualmente hasta los 200 metros a partir del viernes 8 de enero.
Esta nevada de amplitud excepcional comenzó en Madrid el 8 de enero: la capa de nieve alcanzó rápidamente los 30 cm en el centro de la capital, y hasta 50 centímetros en los distritos este y sur. La comparación entre las dos imágenes satelitales fechadas del 6 y el 11 de enero habla por sí sola. Este episodio invernal fue excepcionalmente intenso, la última "nevada" comparable fue en 1971. Por lo tanto, no es raro experimentar nevadas en Madrid, pero en cantidades mucho más modestas (10 a 15 cm): la continentalidad de su ubicación y su altitud bastante elevada en el corazón de la Meseta (667 m en la Puerta del Sol) explican el duro clima de Castilla. Los madrileños están acostumbrados a citar el proverbio: "Madrid, nueve meses de invierno, tres meses de infierno" (en referencia a los veranos ardientes).
La peculiaridad de este episodio de principios de enero radica en la ola de frío concomitante con el episodio nevado experimentado por Castilla. Si la capital está acostumbrada a los inviernos duros, las temperaturas mínimas registradas por la AEMET alcanzaron el récord del 16 de enero de 1945: ese año la estación del Parque del Retiro, en pleno centro de Madrid, había medido -10,6ºC. La ola de frío fue aún más severa en las ciudades de las afueras de la capital: -11,5ºC en Alcalá de Henares, -12,8' C en Arganda del Rey. En estas condiciones, la nieve y el frío glacial combinaron sus efectos.
La parálisis de la capital
Las precipitaciones del día 8 de enero fueron tan intensas que la capital quedó paralizada a pesar de las reservas de sal y equipos de limpieza de nieve que posee el Ayuntamiento de Madrid. Como resultado, las infraestructuras de transporte fueron rápidamente bloqueadas por miles de vehículos inmovilizados por la nieve: la M30, una autopista de circunvalación, ya no era transitable en la tarde del 8 de enero. Esta arteria conecta las autopistas radiales del país y recupera los flujos procedentes de los distintos puntos cardinales de España: por lo tanto, es un eje estructurante. Muchas personas no pudieron ser rescatadas y pasaron parte de la noche en sus vehículos. Por la tarde, se suspendió el tráfico en el aeropuerto Adolfo Suárez Madrid-Barajas - visible al noreste de la capital -, al igual que el tráfico ferroviario, de los trenes de cercanías, de los autobuses y del metro de la ciudad.
En la mañana del sábado 9, la capital se despertó paralizada. Escenas inusuales de batallas gigantes de bolas de nieve, esquiadores en la Gran Vía hicieron la alegría de las redes sociales y de los medios de comunicación. Sin embargo, el Ayuntamiento de Madrid pidió al Gobierno la ayuda del Ejército para despejar algunos ejes vertebradores de la ciudad, en particular los accesos a hospitales, sensibles en esta época de reanudación epidémica en la Comunidad de Madrid. La Comunidad de Madrid anunció entonces la suspensión de las actividades educativas hasta el 18 de enero. El 11 de enero, algunas pistas del aeropuerto de Barajas fueron finalmente despejadas con el fin de permitir algunos vuelos de mercancías, especialmente para el transporte de vacunas COVID: las pistas negras son claramente visibles al noreste de la imagen. Ese mismo día, se reabrió la autopista M30, pero sólo el 10% de las calles de Madrid fueron despejadas de nieve.
La capital funciona a cámara lenta. En el sur-sureste de la localidad entre Villaverde y Villa de Vallecas y cerca de la M40, la autopista de circunvalación de la capital, se encuentra Mercamadrid, el centro logístico alimentario. La infraestructura estuvo paralizada por la cantidad de nieve que impidió el suministro de productos frescos de una zona de influencia de 500 km de radio poblada por 12 millones de personas. Su actividad se reanudó gradualmente a partir del 12 de enero. Porque limpiar la nieve de sus 222 hectáreas fue un desafío considerable para, en primer lugar, permitir el acceso de sus 20.000 trabajadores.
Por último, se empiezan a cuantificar los primeros daños y el Ayuntamiento de Madrid estima que, además de los daños habituales causados por un temporal de este tipo, más del 10% de los árboles de la capital han sido derribados o destruidos. El parque de Casa de Campo, en forma de abanico, visible al oeste de Madrid, fue particularmente afectado por la tormenta Filomena. Este espacio natural creado por Felipe II cuando se trasladó la capital a Madrid en 1561, sirvió hasta 1931 como reserva real de caza. Cedido a los madrileños en 1931, cuando se proclamó la Segunda República, es hoy el verdadero pulmón verde de la capital, al mismo tiempo un espacio de ocio, de cultura (salas de exposición y salas de espectáculos) y extensión del campus de la Universidad Complutense situado en su flanco noreste. Los responsables del parque estiman que 150.000 de los 800.000 árboles de la Casa de Campo, o el 19%, ya han sido destruidos por el viento, el frío y la nieve. Al parecer, las especies locales, como el roble verde y el roble común, resistieron más que los pinos piñoneros y las especies exóticas plantadas desde la década de 1960.
En total, la tormenta Filomena plantea muchas preguntas en España sobre diversas temáticas. Los peligros climáticos cuestionan la vulnerabilidad de nuestras sociedades ante episodios excepcionales pero intensos. Al igual que con las inundaciones o sequías importantes, las temporalidades -anuales, decenales, centenarias...- y la recurrencia de ciertos fenómenos desafían las modalidades de gestión de riesgos por nuestras sociedades y su capacidad de pensar las conexiones entre el tiempo y las escalas para responder y adaptarse a los riesgos. La borrasca Filomena subraya la necesidad de implementar un enfoque sistémico del tema del cambio climático global que integre todos los parámetros, factores y procesos a tener en cuenta. Por último, la gestión de las consecuencias del temporal cuestiona el reparto de poderes políticos en un Estado organizado en Comunidades Autónomas, con poderes ampliados, y que, a veces, compiten cada vez más con los poderes del Estado español y de una ciudad global como Madrid.
En todos los casos, el uso de imágenes satelitales, siempre que sea posible, es una palanca importante para analizar y entender los fenómenos meteorológicos en la superficie del mundo. Explica el desarrollo y el despliegue de satélites especializados, como el uso, en este caso, de satélites más convencionales.
Contributeur :
Autor:
Sandrine ESCAFFRE - Lycée de Lannemezan (65) - académie de Toulouse
Traducción:
José ABRAMI – Lycée International Victor Hugo, Colomiers (31) – académie de Toulouse